Lenguaje, movimiento e inclusión: así construimos un verano con propósito

El verano está por terminar, y con él se cierra un capítulo más. La próxima semana comenzará un nuevo ciclo escolar y, mientras compramos sus útiles y preparamos su mochila, no podemos evitar reflexionar sobre todo lo que sucedió en estos últimos dos meses.

En nuestra casa, el verano no solo trajo días soleados, agua fresca y juegos al aire libre. También trajo crecimiento, conexión, hábitos saludables, nuevas palabras, y experiencias que fortalecieron la confianza de Dante. Él no solo creció en altura, sino también en lenguaje, en autonomía, en movimiento y en su forma de conectarse con los demás.

Queremos compartir cómo vivimos estos meses, no solo para documentar nuestro camino como familia, sino también porque sabemos que muchas otras familias están comenzando un recorrido similar. Si tú también estás criando a un niño o niña con síndrome de Down, o estás buscando cómo fomentar una vida más activa y saludable en casa, este blog es para ti.

Un verano intencional

Este verano fue especial. Lo vivimos con intención, pero sin rigidez. Con estructura, pero sin saturar. No hicimos grandes viajes, pero cada día trajo oportunidades de aprendizaje.

Dante participó en clases intensivas de natación durante dos semanas. Verlo entrar al agua con seguridad, seguir instrucciones y moverse con mayor control fue emocionante. Las clases no solo fortalecieron su cuerpo, sino también su autoestima.

Además, asistió a un campamento de dos semanas organizado por la Down Syndrome Association of South Texas (DSASTX). Esta experiencia fue especialmente enriquecedora porque el campamento contaba con voluntarios con experiencia en terapia de habla y lenguaje. Gracias a este espacio, Dante pudo ampliar su vocabulario, fortalecer su capacidad de comunicación y establecer nuevas amistades.

Esta combinación de actividades estructuradas y tiempo libre le dio el equilibrio perfecto para desarrollarse en un entorno divertido, respetuoso e inclusivo.

Más palabras, más seguridad

Uno de los logros más significativos de este verano ha sido ver a Dante soltarse aún más con el lenguaje. Nuestro hijo crece en una casa bilingüe, lo cual influye directamente en cómo entiende y utiliza el lenguaje. Escucha español e inglés a diario, y ya empieza a reconocer con quién hablar cada idioma.

A lo largo de estos meses, comenzó a expresarse con mayor claridad, utilizando combinaciones de hasta tres palabras. Frases como “want eat cereal”, “want go park”, “play outside”, así como expresiones en español como “vámonos”, “te quiero” y “potty” para pedir ir al baño, se han vuelto parte de su día a día. También nos dice mas seguido “love you”, y ha comenzado a comunicar sus necesidades a otros adultos.

Este avance no ha sido producto únicamente de terapias formales, aunque seguimos con ellas de forma constante. Mucho de este progreso viene de espacios cotidianos: el campamento, las clases de natación, el parque, la hora de la comida y nuestras rutinas familiares. En casa le hablamos en ambos idiomas, le narramos lo que hacemos, cantamos, leemos libros en inglés y en español, y sobre todo, lo escuchamos con atención.

Aunque aún no usa estructuras gramaticales complejas, su intención comunicativa es clara y su deseo de conectar está presente. Para nosotros, ese es uno de los mayores logros de este verano.

Movimiento que despierta el cuerpo… y el cerebro

Este verano también estuvo lleno de movimiento. Hicimos actividades al aire libre que no solo ayudan a ejercitar el cuerpo, sino también a activar el cerebro y mejorar la coordinación. Dante corrió, brincó, se lanzó por el resbaladero, brinco en su casa inflable, persiguió burbujas y ayudó a regar las plantas en el jardín. Cada actividad tuvo un propósito más allá del juego: estimular su sistema sensorial, fortalecer su cuerpo y mantenerlo activo.

Este tipo de movimiento también favorece la inclusión social. Al jugar con otros niños en el parque, Dante no solo se mantiene físicamente activo, sino que también aprende habilidades sociales como esperar turnos, imitar, comunicarse y adaptarse al entorno. Son aprendizajes naturales que complementan el trabajo terapéutico formal.

Además, el movimiento constante contribuye al mantenimiento de un peso saludable, algo fundamental especialmente en niños con síndrome de Down.

Por qué es importante establecer hábitos saludables

Según estudios recientes, las personas con síndrome de Down presentan una mayor predisposición a padecer obesidad, diabetes y otras condiciones relacionadas con la salud física. Estos factores no solo afectan la calidad de vida en la infancia, sino también a lo largo de toda la adultez.

Otra realidad importante es que las personas con síndrome de Down tienen un riesgo muy elevado de desarrollar Alzheimer de forma precoz, debido a características genéticas asociadas al cromosoma 21. Se estima que más del 90% de las personas con síndrome de Down desarrollarán esta enfermedad entre los 50 y 60 años.

Por eso, fomentar desde una edad temprana una rutina de ejercicio, alimentación balanceada, estimulación cognitiva y bienestar emocional es fundamental. Lo que hacemos hoy impacta directamente el futuro de nuestros hijos.

Comer también es aprender

Otro enfoque que tuvimos durante el verano fue la alimentación. Como muchas familias de niños con síndrome de Down, enfrentamos algunos desafíos en esta área. Dante ha mostrado selectividad alimentaria y, en ocasiones, rechazo a ciertas texturas o combinaciones.

Sin embargo, este verano hicimos un esfuerzo consciente por reintroducir alimentos, ofrecerle variedad y permitirle explorar sabores y texturas a su ritmo. Algunos alimentos que antes rechazaba, ahora los prueba con curiosidad. Otros aún le resultan incómodos, pero sabemos que no se trata de forzar, sino de acompañar.

Explorar sabores, colores y temperaturas es parte del desarrollo sensorial y también una forma de fomentar autonomía. La hora de la comida, aunque a veces es desordenada y requiere paciencia, también es un espacio de aprendizaje: aprender a pedir lo que quiere, a comer solo, a sentarse a la mesa, a compartir en familia.

¿Y si la alimentación no es por vía oral?

Sabemos que muchas familias enfrentan otra realidad: la necesidad de alimentación por tubo o sonda gástrica. Esta forma de alimentación consiste en administrar una fórmula líquida a través de un pequeño tubo conectado al sistema digestivo, asegurando que el niño reciba los nutrientes necesarios.

Algunos niños solo requieren este método por unos días; otros, por semanas o incluso años, dependiendo de su condición médica. La buena noticia es que alimentarse por sonda no significa estar excluido de la experiencia de la comida. Pueden participar en la mesa familiar, explorar sabores con la boca bajo supervisión, y sentirse incluidos en el acto de compartir alimentos.

En muchos casos, también se administran medicamentos por esta vía. Lo importante es contar con el acompañamiento del equipo médico, de enfermería y nutricional para asegurar que el proceso sea seguro, efectivo y respetuoso con el niño.

Mirando hacia el futuro

Este verano fue, sin duda, una inversión en el presente y en el futuro. Todas las experiencias vividas, desde los juegos en el agua hasta las nuevas palabras, desde las caminatas hasta las conversaciones en la mesa, han dejado huella en el desarrollo de Dante.

Sabemos que el regreso a clases traerá nuevos desafíos. Pero también nos sentimos más preparados. Vemos en Dante más seguridad, más vocabulario, más energía, más alegría. Y eso nos motiva a seguir construyendo un entorno donde pueda crecer con dignidad, salud y amor.

Nuestro compromiso como familia es mantener estos hábitos saludables, continuar fomentando la inclusión y buscar cada oportunidad para que Dante siga avanzando a su propio ritmo, con orgullo y con propósito.

Lo que realmente creció este verano

Más allá de los centímetros marcados en la pared, lo que más creció este verano fue la confianza de Dante. Creció su lenguaje, su deseo de explorar, su participación con otros niños, su amor por el agua, por los libros, por el movimiento y por estar al aire libre.

Y nosotros también crecimos. Aprendimos a tener más paciencia, a celebrar lo pequeño, a confiar en el proceso, y a valorar el tiempo juntos sin prisa. Aprendimos a observar, a escuchar, y a disfrutar los momentos imperfectos que hacen perfecta esta etapa de la vida.

Lo que viene

En las próximas entradas del blog compartiremos más sobre el regreso a clases, ideas de loncheras saludables, actividades sensoriales en casa, y cómo construir rutinas familiares funcionales y flexibles.

Gracias por leer, por acompañarnos, y por creer como nosotros que cada niño merece crecer rodeado de amor, respeto y oportunidades reales.

El Mundo de Dante sigue girando… y apenas vamos comenzando.