Nunca caminamos solos: la comunidad detrás de cada historia de inclusión

Cuando pensamos en inclusión, muchas veces la imaginamos dentro del aula: un niño con una discapacidad participando en las mismas actividades que sus compañeros, rodeado de maestros que lo apoyan. Pero lo que he aprendido en estas últimas semanas es que la inclusión también ocurre gracias a una comunidad entera que se une para que nuestros hijos tengan un lugar donde pertenecer.

Hace poco tomamos la difícil decisión de cambiar a Dante de escuela. No fue fácil. En su antigua escuela había maestras y amigos que lo querían, pero sentíamos que necesitábamos un equipo que creyera más en su potencial y apoyara más la inclusión. Esa decisión, aunque necesaria, nos llenaba de miedos: ¿cómo se adaptará? ¿hará nuevos amigos? ¿lo verán con los mismos ojos de posibilidad?

Y entonces descubrí algo hermoso: no estábamos solos.

Pedí consejos a la comunidad y muchas manos se extendieron. Una mamá me hizo una plantilla personalizada para crear una social story (historia social) que ayudara a Dante a comprender el cambio. Otra me contó cómo ella había hecho transiciones, visitando la escuela días antes con su hija para que se familiarizara con el entorno. Otra incluso me sorprendió al decirme que usaba herramientas como ChatGPT para armar historias personalizadas para su hijo. Cada consejo, cada mensaje, era un recordatorio de que muchas familias ya han recorrido este camino, y que su experiencia se convierte en un regalo para los que venimos detrás.

En medio de esa incertidumbre también hablamos con nuestra advocate (defensora educativa), quien nos ha acompañado por más de un año en juntas escolares. Ella entendía mejor que nadie lo que estábamos viviendo y nos conectó con otra familia que también había hecho esta misma transición. Su apoyo fue el empujoncito que necesitábamos para tomar la decisión. Esa es otra muestra de que no caminamos solos: hay voces y manos dispuestas a guiarnos cuando lo necesitamos.

Pero la comunidad no termina ahí. La maestra de Dante de la escuela antigua incluso vino a despedirse a nuestra casa. Nos compartió ideas para facilitar la transición y, con lágrimas en los ojos, nos dijo lo orgullosa que estaba de todo lo que Dante había logrado. Ella fue una pieza clave en su camino y quiso asegurarse de que el siguiente capítulo empezara con fuerza.

También los terapeutas se sumaron. Compartimos con la nueva escuela videos y prácticas de la terapia privada, evaluaciones, todo lo que pudiera servirles para conocer mejor a Dante. Una de las maestras nuevas nos dijo que, gracias al About Me (Todo sobre mi) y los videos que enviamos, sentían que ya conocían a Dante antes de que pisara el salón. Ese tipo de preparación no surge de la nada; surge de una comunidad de adultos comprometidos con que un niño pueda tener éxito.

A veces, cuando hablamos de inclusión, pensamos solamente en leyes, derechos o adaptaciones escolares. Y sí, todo eso es importante. Pero lo que realmente abre camino son las personas que creen y luchan día a día por la inclusion de los niños. Madres, padres, maestras, terapeutas, incluso otras familias que tal vez nunca conoceremos, pero que con sus historias y consejos nos ayudan a avanzar.

La inclusión no es solo un niño entrando al salón. Es toda una comunidad que lo sostiene desde atrás para que no solo entre, sino que permanezca, participe y crezca.

Y lo más hermoso es que este apoyo no es solo para hoy. Lo que hacemos hoy, con Dante, también abrirá el camino para los que vienen después. Así como otras familias y educadores han hecho más fácil el recorrido para nosotros, yo espero que, en 5, 10 o incluso en un solo año, el próximo niño que llegue a un salón encuentre más puertas abiertas que las que nosotros encontramos.

Porque cada historia de inclusión es mucho más grande que la lucha y esfuerzo por pertenecer de un niño o una familia. Es también una comunidad dispuesta ha apoyarse entre sí y que se niega a dejar que nadie camine solo.

Y a ti, mamá o papá que lees esto, quiero recordarte algo: aunque las juntas con la escuela, las terapias o las decisiones se sientan abrumadoras, no estás solo. Existe una comunidad dispuesta a compartir su experiencia, a ofrecer un consejo práctico o simplemente a escuchar. Y esa comunidad es parte esencial de cada historia de inclusión.